29/2/20

#FalsoCampeón


Nunca en la historia había sido tan fácil demeritar/desprestigiar/difamar o el infinitivo de su preferencia, cualquier cosa; y todo precisamente gracias a plataformas como de la cual me estoy valiendo para escribir estas líneas.

El título obtenido por el Monterrey el domingo 29 de diciembre de 2019 parece haber calado hondo no sólo en la afición azulcrema —que ya es mucha alrededor del país—, sino también en un sector considerable del aficionado mexicano promedio.

Y parece haber calado profundo porque el americanismo que no estuvo en el estadio se encargó de desprestigiar el campeonato desde antes que lo perdieran. Descargaron su coraje en las diferentes redes sociales alegando que cada uno de los goles anulados era legítimo.

Como hemos podido constatar con el paso de los meses la evolución en el futbol no es algo ‘para todos’; quizá porque la llegada del VAR al futbol mexicano significa incidir no sólo en el resultado sino también directamente en lo que puede causar felicidad o infelicidad al aficionado.

Tal vez por eso al aficionado al futbol se le considera como el más neandertal en materia deportiva: por rehusarse a ver ‘su deporte’ dejar de ser lo que ‘siempre ha sido’. En fin.

El 29 de diciembre el arbitraje no perjudicó al americanismo —aunque miles digan que sí—, pero gracias al VAR tampoco lo favoreció. Debatir al respecto con la mayoría de la afición azulcrema es imposible y desgastante. No vale la pena, pues.

Siempre quedará esa “falta en el área que no le marcaron a Vangioni”, que hubiera significado un penal, mas no un gol seguro; pero supongo que es más fácil culpar o ‘agarrarse de algo’ cuando no puedes justificar tu derrota.

Quizá el campeonato caló hondo porque el americanismo nunca imaginó que un ‘equipo chico’ (disfrútenlo) y contra las cuerdas por 60 minutos se metiera al Coloso de Santa Úrsula y les quitara lo que ellos sentían en sus manos y dejaron escapar.

Porque la realidad es que aún con los dos goles anulados el América tuvo para irse 4-0 el primer tiempo y sentenciar la final; pero no fue así. Desde entonces a la fecha y no sé de dónde —aunque tengo una idea— ha aflorado el #FalsoCampeón

¿Pero por qué falso? ¿Acaso el trofeo que levantó Dorlan Pabón es de ‘mentiritas’? Porque se veía muy real en la cancha del Azteca. ¿Falso? ¿Acaso el Monterrey es un equipo sin afiliación legal a la Femexfut? De verdad no entiendo.

En su intento por explicar alegan que en el Clausura ‘20 el Monterrey no ha podido refrendar su poderío y los rivales no han hecho mas que abollarle la corona. De acuerdo, pero este ya es un torneo nuevo, el otro ya se acabó, y lo ganó Monterrey.

Pésele a quien le pese el campeón sigue siendo Monterrey. En el puesto 18 de la tabla, con tres puntos de 24 posibles, con el récord del peor campeón defensor en la historia, “EnTuCanchaYConTuGente” (de una vez), sí, pero el campeón sigue siendo Monterrey, papá.

Y hasta que otro equipo no lo gane Monterrey será el campeón. El #FalsoCampeón es tan legítimo como todos los aficionados a cualquier otro equipo que no sea el América que subieron a este tren del mame para difamar al campeón.

Ahora y siempre #AguanteMonterrey

7/6/19

"Tú eres como el niño que en lugar de ser futbolista quiso ser árbitro".

-Un contador con respecto a ser editor de textos.

12/6/18

El '5' está en Monterrey

Foto: Mexsport.

El lunes 14 de mayo, día en que el director técnico de la Selección Mexicana, Juan Carlos Osorio, dio su prelista de cara al Mundial de Rusia '18, definió a Jesús Molina como: "un hombre dominante en su posición".

Si bien los Rayados de Monterrey no habían tenido un buen torneo, Molina fue de los pocos jugadores que lograron salvar su temporada. Esto le valió merecidamente, incluso en palabras de la misma prensa deportiva, estar entre los 28 seleccionados.

En ese entonces, Osorio justificó la razón de llamar a 28 jugadores, por el hecho de que Guardado, Reyes, Araujo, Moreno y Giovanni Dos Santos, estaban recuperándose de respectivas lesiones, por lo que él consideraba necesario tener a cinco sustitutos naturales en caso de que ninguno de los antes mencionados lograran una recuperación total.

El primero en bajarse de la lista fue Néstor Araujo. El defensa central con más regularidad tanto en minutos como en juego en la era Osorio, consciente de que no llegaría plenamente recuperado a la justa mundialista, tomó la determinación de ceder su lugar a alguien más. La mayoría de los aficionados mexicanos al futbol reconocieron la valentía de su acción, y en cambio recriminaron a Giovanni Dos Santos por no tomar la misma decisión —no voy a entrar en detalles otra vez con este muchacho—.

En la recta final, y al momento de hacer el corte de esos 27 jugadores, tres no estaban recuperados del todo: Guardado, Reyes y Moreno. Quizá por el entusiasmo del cuerpo médico, el DT colombiano optó por eliminar a un central, un medio por las bandas —me caga que digan 'volante'—, y un '5' natural, incluso capaz de jugar en cualquier posición de la central. Alanís, Damm y Jesús Molina eran los primeros separados. Pero ¿y Erick Gutiérrez? ¿No debía salir también si la lista final rumbo a Dinamarca debía ser de 23?

La Dirección de Selecciones Nacionales publicó la lista oficial, argumentando que el de Pachuca iría como 'reserva'. Lo más probable es que Juan Carlos Osorio creía que quien tenía menos posiblidades de recuperarse al 100 por ciento, sería Guardado, por lo que decidió llevar a Gutiérrez, alguien que perfectamente podía cumplir con los roles de Andrés.

El problema es que nunca imaginó que quien no lograría volver a sus óptimas condiciones sería Diego Reyes, a quien él acostumbra poner de central o contención, y que además, le encanta por su juego aéreo. Por eso mismo, muhco menos se imaginó que el sustituto ideal de quien hoy deja El Tri por decisión propia ante su lesión, está en Monterrey.

31/5/18

Adiós, Pelado

Para no variar, la renuncia de Zinedine Zidane me vale como tres hectáreas de pepino. Yo soy mexicano y vivo en México. Soy sensato: un equipo que está a miles de kilómetros de distancia y al que nunca he visto en vivo, no me puede inspirar absolutamente nada como sufrirle o siquiera darle importancia. Este pedo de las redes sociales y el futbol en tiempos de community managers ha creado un sin fin de opiniones baratas, sensacionalismo, y afición de 'mentiritas', que sólo echan a perder el buen sabor de boca que deja el futbol. En fin.

Lo que sí me importa y mucho, es la salida de Matías Almeyda de las Chivas. No por el hecho de que él era uno de los candidatos a dirigir La Raya, digo, de haber sabido que Jorge Vergara y sus secuaces iban a salir con semejante estupidez, Davino y Ornelas mejor se hubieran esperado. A mí me encanta la idea de que Diego Alonso tome al equipo, pero Almeyda es de otro nivel.

Seamos francos: conociendo el historial de Jorge Vergara como dueño del Rebaño Sagrado, era cuestión de tiempo que tomara una decisión con afectaciones negativas para el equipo; vamos, ya se había tardado. Desde 2011 su equipo no había tomado tal protagonismo hasta que contrató a Matías Almeyda, con todo y que sus últimos dos torneos fueron de muy bajo nivel y calidad.

Al señor Vergara se le olvidó lo mucho que la leyenda argentina le dio a su equipo. Porque así es, Almeyda es toda una eminencia en su país. Hagamos un breve repaso en su historia para aquellos lectores que no lo conocen —nótese que en algunas ocasiones me vi explicándole a ciertos seguidores del Rebaño, que Matías ya era alguien muchísimo antes de llegar a Guadalajara—.

Matías Almeyda salió de las fuerzas básicas de River Plate. Debutó en 1992 bajo el mando de Daniel Pasarella y formó parte de un River de época con figuras como Enzo Francescolli, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo y un joven Hernán Crespo. Se vistió con los colores de la albiceleste en el Preolímpico para Atlanta '96, y a partir de ahí no se quitó la remera hasta finales del 2003. Jugó los mundiales de Francia '98 y Corea/Japón '02 como titular. Obvio se fue a Europa, y fichó para los clubes Sevilla en España, Parma, Inter de Milán y Lazio en Italia, y el Lyn Oslo de Noruega. Volvió a River Plate: como jugador fue parte del histórico descenso en el que el equipo millonario "se fue a la 'B'", y al caer, le dieron las riendas del club. En su primer experiencia como director técnico logró el regreso de River Plate a primera, y lo demás es historia.

Esto sin contar los altibajos en su vida personal a causa de su depresión y adicción al alcohol en menor medida. Estamos hablando de un tipo al que siempre le gustó estar fuera de los reflectores, aun cuando brillaba por su juego en la cancha; y más allá de lo futbolístico, de un tipo que supo sobreponerse a los problemas extracancha. Quizá por eso formó un fuerte vínculo con su equipo; mas no con el dueño del Rebaño.

Es así que Jorge Vergara deja ir a su técnico más ganador desde que él se convirtió en el propietario de Chivas. Dos copas MX, una Supercopa, un título de Liga, y el campeonato de la Concacaf Champions League; todo en tres años.

Ahora no importa si Matías decide quedarse o no. La relación entre directiva y técnico está rota, y parece haber empezado a desgastarse desde que Francisco Gabriel De Anda llegó al equipo. ¿Cuánto puede cambiar una persona de la televisión a la realidad en un día?

Con esta decisión queda claro que el problema en Chivas siempre ha sido interno; es decir, no fue que el 'Güero' Real prefiriera regresar a trabajar en las fuerzas básicas, o que a 'Nacho' Ambriz le quedara grande el equipo, ni que John Van't Schip hablara mal español, ni mucho menos 'la podóloga'; el único culpable del mal paso de las Chivas, siempre ha sido el dueño del Rebaño.

Adiós, Pastor.




Para la Chivahermana García.

29/8/16

Sobremesa

Si esto fuera un equipo de futbol, yo sería como el 'Piojo' Herrera. Un hombre explosivo, apasionado por su trabajo, con el gusto por la táctica y el estilo Lavolpista; pero sobre todo, un 'animador' (Martinoli, 2015). Y es que ése es el caso. Con muchas ganas quise transmitirle a mi equipo mi visión, mi manera de trabajar, de ver las cosas, de cómo hacerlas mejor, más funcionales, más mecánicas, ordenadas, de manera que casi salieran en automático y sólo fuera necesario corregir sobre la marcha cuando hubiera situaciones extraordinarias. 

Pero la realidad siempre pega más duro que la expectativa. Y por eso el 'Piojo' nunca terminó por capitalizar todas sus ideas en la cancha. Los jugadores al final no le respondieron como él hubiera querido y acabó fracasando. Perdió los estribos y golpeó justamente a la persona que lo llamó 'animador', por sólo alentar a su equipo y no convertirlo en lo que él pregonaba; confirmando así la teoría de que no es más que una persona explosiva. Y por eso soy el 'Piojo'.

La diferencia es que yo me fui antes de que acabara rompiéndole la madre a las tantas personas que me vieron del hombro para abajo, incluido mi equipo. No quise meter en problemas a la directiva y comprometerla en que después tuviera que dar la cara porque uno de sus DT perdió el control y no supo manejar su carácter.

Y ahí es donde dejo de ser el 'Piojo'. Más bien me convierto en Nacho Ambriz, cuando de ser auxiliar técnico pasó a ser el director técnico, y los jugadores a los que pasó a dirigir lo vieron igual que antes, como un hombre blando más dedicado a mediar que a dar instrucciones. Para después llevarlo a su despido porque el equipo no caminó bajo su mando, ya que los jugadores nunca creyeron en él.

O puedo ser también el 'Tolo' Gallego –válgame el cielo– en los Tigres. Cuando en el '07 los jugadores le tendieron la cama para que lo despidieran, porque el equipo ya estaba cansado de su estilo de juego.

O como el 'Chepo' de la Torre con el Tri durante todo el '13.

O como Zubeldía con Santos: un joven al que simplemente no le salieron las cosas.

O como el 'Ojitos' Meza con La Máquina en el '05.

Para algunos quizá sea como el 'Loco' Bielsa. Que deja cualquier proyecto a penas siente que las órdenes se salen de su línea de trabajo/acción. La diferencia es que a mí mi equipo no me está llorando ni pidiendo que no me vaya.

Aunque yo me quisiera ver como el 'Tata' Martino con el Barcelona. Un tipo serio que simplemente sabe que cuando las cosas no funcionan, es mejor dar un paso de costado y dejar el sitio para alguien con mayor capacidad. Porque así es como veo esto al final: cuando las cosas no van bien siempre será más fácil que salga la cabeza y no todo el equipo. Por eso me voy.

Pero esto no es un equipo de futbol, y yo no soy todos esos prodigios del futbol y la táctica. Simplemente soy Luis y no pude hacer que mi equipo de trabajo viera las cosas ni cerca de cómo yo las veo. Por eso mejor me salí, con la idea clara de que las cosas no caminaron ni caminarán mientras yo esté a la cabeza.

Quizá estoy muy joven para el puesto, quizá me falta experiencia, quizá no era mi momento, pero sin duda tomo esto como mi primer fracaso dentro del ámbito laboral, y me lo tomo a título personal porque a final de cuentas el que siempre dio la cara por la operación del equipo fui yo, y los resultados no fueron los esperados.

Debo hacer una pausa y replantear qué es lo que realmente tengo qué hacer para conseguir lo que quiero, porque tengo muy claro que este camino tampoco es el indicado. Y ese es el problema: ahora sí no sé cuál camino tomar. Nunca me había sentido así; estoy desorientado, perdido. En lugar de tanta tontería y palabrería sobre el futbol, ahora realmente soy un perro, uno al que acaban de aventar en un lugar desconocido, después de haber vivido un considerable número de años en el mismo lugar; que deambula de un lado a otro sin encontrar dónde asentarse, de dónde partir.

25/7/16

Rayado/Corazón.


13/11/15

Perder


ue ahrofesabor, el 's, est quisimos hacer a puerta cerrada. Y a fue donde
Perder. Pero perder qué. Si nunca te tuve. Es más, ni quise tenerte. Esto no es de posesión. Aquí nadie es de nadie. Si al caso vamos hubiera querido poseerte más pero en la cama. Y no hay pretexto, no se pudo y se acabó. Pero volvamos al ‘perder’. Si de perder se tratara lo que perdí fue el partido, y ni el partido porque más bien el Profe no me dejó entrar ni a la cancha. Me dio chance unos días para calentar y ver mi juego en el terreno, y después decidió que mejor no me iba a meter; que siempre no. Como Hugo Sánchez en el ’94, como Luis García en el ’98, como Palencia en el ’02. Y qué chistoso, a ti te caga el futbol –or something– y yo que soy buenísimo para hacer metáforas y comparaciones estúpidas con este hermoso deporte. Gol. Ahí va el primero. Tiré desde fuera del área y la puse en el ángulo. Como cuando Israel Castro apretó los dientes y mandó un derechazo imparable aquel miércoles en el Azteca. Tiempo. Si te da flojera leerlo puedes hacer bolita este papel y patearlo al bote de basura para que veas qué bonito se siente anotar. Pero si quieres seguir leyendo, aquí te va el segundo. Golazo. Estabas parada enfrente de la portería y no pudiste meter ni las manos. Al contrario, abriste la puerta y la bola entró suave, en cámara lenta, como cuando repiten los goles en la televisión con cámaras sofisticadas. Así. Sin saber cómo es esto, tú misma entendiste que había sido una joya, tanto que tu corazón se aceleró; latió a 120. Que me pregunten, yo estuve ahí; vi tu impresión; lo toqué. Pero a mí las canchas desconocidas no me asustan, ahí es donde juego mejor. Soy como el ‘Cabrito’ en el ’98. Jamás había ido a Europa, pero apenas pisó Francia le pintó la cara a todos los que quisieron pararlo. Y casi anota gol contra Alemania. Mira nada más: él chaparro y los teutones altos; yo 1.68 y tú 1.73; él casi anota y yo también; casi. Pero volvamos. Y vaya si es irónico todo, que esa misma noche hasta ‘jugamos’ futbolito; así: ‘jugamos’, porque lo que pasó después ya no fue un juego, fue un partido de a de veras. Nada más que no acabamos porque había mucho público. Qué ironía, todo mundo quiere disputar sus encuentros con el estadio lleno, y nosotros lo quisimos hacer a puerta cerrada. Y ahí fue donde me ganó el amor a la camiseta. Porque ¿no está acaso el escudo en la playera justo del lado del corazón? Era una cuestión lógica. Para qué preguntas. Pero preguntaste, porque también se vale sentir nervios antes de entrar a la cancha. Si no sientes nervios, estás perdido. Perdiste las ganas, el sabor, el ‘feeling’, el miedo. Que no todos los miedos son malos, nomás no hay que dejar que nos coman. Porque no es lo mismo perder las ganas de jugar que tener miedo a jugar; y a mí se me hace que lo tuyo es el miedo; las ganas si las vi; se te salieron naturales. Y cuando te diste cuenta mejor las escondiste; o las quisiste esconder, nomás que no te salió bien. Porque conmigo siempre dan ganas de jugar. Así soy, tengo ese don para inspirar el juego. Pero como al buen seguidor de la Fuerza, a ti el miedo te llevó a la duda, la duda a la ansiedad, y la ansiedad al Lado Oscuro, y buenas noches. Se acabó el partido. Aquí no hay más goles. No hay entrenamientos. El Profe en su cancha y el jugador a la banca. Es una cuestión natural en esto del futbol. Si no sabré yo que tengo años jugando. Pero volvamos a ‘lo otro’. A nosotros los de ‘ya merito’. Y ‘ya merito’ porque ya casi pero no entré. No me quedé en el equipo. Y tan bien que lo hubiera hecho. Se me da, pues. Pero ahí le dejo el balón, Profe. Para que tenga qué patear de vez en cuando. La camiseta me la llevo yo, como recuerdo, pues. No vaya a ser que algún día me ofrezcan jugar otra vez, y no tenga qué ponerme.