So. La Elsa y yo estamos en el Café _________ platicando. De repente el bato sentado al frente de nosotros nos interrumpe y dice (con esa voz clásica de un locutor de radio): disculpen que los interrumpa, pero no pude evitar escucharlos. Ustedes son muy parecidos (risas), o sea, no digo que tú seas mujer ni viceversa, pero son muy iguales. ¿Qué son? Son pareja ¿verdad?
Entonces surtieron efecto los ataques de toda la semana. Me cago de risa, volteo con Elsa, y le digo al bato: pregúntale a ella. A huevo ocupamos etiquetas ¿no?
Total que este amigo se une a la conversación y acabamos platicando de pedos existenciales y mamadas de esas; para esto yo ya sé que el bato es sociólogo, y por supuesto que sólo lo estoy escuchando. El güey ha hecho de todo, se fue a Chiapas con los Zapatistas, escribe prosa, estuvo a punto de terminar un guión para una película pero lo perdió, se rompió una pierna mientras andaba de cacería en no sé dónde, era deportista, estuvo aquí y allá, bla bla bla bla bla.
Eres deportista ¿verdad? Yo le contesto que juego futbol, que soy defensa. El bato no cree en el ataque en esta vida, porque ésta es una trampa, el cree en la defensa. Lo mejor es cómo se contradice: para mí el sistema es un futbol. Sigue hablando, llega a la gimnasia, y después se deja caer la frase, no del año por supuesto, pero casi: si la gimnasia fuera fácil, se llamaría futbol. Qué maestro.
Cuando me explique la función del líbero en línea de 5, entonces platicamos.