No imaginan, en primera instancia mi coraje, después mi ilusión, mis gritos, mis ojos con el efecto visual chafa que le hacían al Chavo cuando veía a Paty, en el momento que Aldo metió el 1-2. Cuando Neri metió el empate me quedé ronco, así es que imaginen mi situación al momento en que 'miamor' puso el 3-2. De por sí ya llevaba viendo todo el partido parado; en ese momento me quité el jersey, y lo ondeé como si estuviera en la gradería del Tec.
2
Mis pesadillas me trajeron con los nervios de punta todo el día. Cada promocional del partido me hacía sentir más emoción, incluso más que cuando se avecinaba el México vs. Argentina en Sudáfrica '10.
Me cuidé durante dos días para que se fuera la gripa y poder pistear a gusto. Y al mismo tiempo queriendo alejar la enfermedad como si fuera una especie de mala vibra. Pero no funcionó. Al final decidí que estar enfermo es una cuestión de actitud, y que una final no sabe igual si no hay alcohol en mi garganta.
3
Salí de casa con todas las (más estúpidas) supersticiones posibles. El pantalón que usé cuando le ganaron a los Xolos, los tenis que traía cuando sacaron el tercer lugar en el mundial de clubes, la ropa interior rayada (por obvias razones), el jersey de cinco estrellas (porque con ese habían conseguido la sexta estrella); y los lentes oscuros color café, porque los negros los traía cuando perdieron contra Santos en la final por el Clausura '12, así es que ni de pendejo. Incluso una noche antes le prometí al destino que si mis Rayados conseguían la séptima estrella, me quitaba toda la barba.
Volví a la hora justa, con el corazón latiendo a máxima. Pitazo inicial y twist de la Indio en lata —que me trae bien pendejo—, sincronizados. Y de rigor, la fotito cursi 'pa'l face', pa' que vean que me gusta hacerla de emoción.
Me siento, pero algo me dice que este partido amerita más aguante, y recuerdo las palabras de Orvañanos en la previa: "no, es que cuando eres aficionado de verdad, no te cansas". Firmes, entonces. De pie hasta que se acabe el partido.
4
30 minutos de dominio albiazul, y lo único que puedo pensar es: "lo tienen que capitalizar ya, que se refleje en el marcador". Santos empieza a tomar el control del juego, se acerca al área con posibilidades claras. Incluso una falta inexistente de parte de Basanta da muestra del peligro inminente. Figueroa marca un gol en clarísimo fuera de juego, pero ahí está el Santo.
Me lleva el coraje. Sigo pensando que Marco Rodríguez es un ratero, que ya va a empezar su show; recuerdo la final contra el 'Toloca' en el '05.
Minutos después el Guti desborda por derecha, y manda un centro peligrosísimo al área, y la serie de rebotes que suceden en milésimas de segundo me recuerdan a los goles que regularmente Santos acostumbra hacerle a mis Rayados. Entonces Lugo pesca el último rebote, tira mal, y pa' acabarla de amolar, Quintero, que en primera instancia aparecía en fuera de juego, pone su pie y mete el primero del partido.
Ni siquiera grito. Me aguanto el coraje y mejor voy por otra cerveza.
No se necesita saber de futbol para entender que esa era la más clara estrategia de Pedro Caixinha, esperar atrás, y en cualquier bajón de La Raya contragolpear, o de ser posible, tomar el ritmo del partido, como fue el caso. "Sabía".
Pienso en mi pesadilla: "bueno, 2-1 es un marcador de los que soñé". La diferencia es que en la vida real, este resultado nos da el título. Trato de estar tranquilo en el medio tiempo. Pero no se puede, el sillón me queda chico; lo muevo.
5
El Vuce manda el primer movimiento. Es Madrigal en lugar del Tepa. Así es que 4-3-3, y en ocasiones 4-4-2 con un contención.
Inicia la segunda mitad y el Santo arranca con todo. Cinco minutos de pura velocidad albiverde. Toque, toque, toque, y los Rayados viendo pasar los balones, y a los mismos jugadores.
Falta en tres cuartos del campo local. Osmar Mares la pone en los límites del área chica, y Leo López desvía para ponerla abajo en la esquina izquierda de Jonathan Orozco, para hacer un autogolazo. Pero el arquero se lanza cual superhéroe y evita la anotación en contra. Sin embargo hay tiro de esquina, así es que tranquilos todos. Centro, Leo abraza a Baloy, y éste al mismo tiempo empuja a Zavala. El panameño peina a segundo poste, y gol.
Entonces me transformo en el energúmeno que soy cuando juegan mis Rayados, y ahora sí, escupo insultos, groserías, y palabras altisonantes por toda la sala de mi casa. Para esto, ya tenía 45 minutos gritando —quizá con menor intensidad y un léxico menos indecente—, o sea que con esto mis vecinos me odiarán mientras viva en ese lugar.
Un payaso entra a la casa para cargarme, pero le digo que aún faltan 40 minutos, aunque todo parezca perdido. Me repito a mí mismo y a la pantalla que hay tiempo, y pongo como referencia la final de ida contra Cruz Azul en el Apertura 2009. Pienso en mi sueño —que ahora es una pesadilla vuelta realidad—, y digo: "3-2 fue otro de los marcadores con los que soñé. Así que todavía se puede".
Pero mis Rayados están destanteados, sus rostros son el reflejo claro de la situación. Le pregunto a mi televisión si acaso no les están llegando las buenas vibras que les mando desde acá. La barba empieza a molestarme, aunque es más bien el hecho de saber que si me la quedo, es porque no somos tricampeones. Raro en mí, me agarro hasta el cabello; ya no estoy 'peinado'.
Entonces el Vuce manda el segundo movimiento; es Meza. Antes de que digan quién sale, mi teoría es que se va Leo López. Pero es Basanta, por la tarjeta amarilla. Ahora mi duda es si va a jugar con línea de 5 y contragolpear, o sólo mover a Mier a la central. Pero el Vuce es un auténtico maestro y sabe que hay 35 minutos por jugar. Por eso manda a Severo como lateral derecho, y le dice que se vaya al frente, que se proyecte lo más que pueda, al cabo va y vuelve de su zona con facilidad.
Meza parece haber entendido la indicación con tanta claridad, que en cinco minutos de juego —entre el cubetazo de agua fría y el cambio—, aparece por la banda en los linderos del área cual extremo derecho; como Ricardo Osorio en el '05 y '06. Más que Corona, él es su acompañante. Ambos son una pared móvil cuando el otro tiene la bola. Parece que el Vuce dirige esta sinfonía de dos con el clásico 'toca, toca, toca', de la contracrónica que le hizo Barak Fever.
La banda derecha se vuelve una avenida albiazul dentro del Tec. Corona recibe y desborda, saca centro para Madrigal, que viene forcejeando con Baloy, por lo que no llega a la cita. Pero en segunda instancia viene Aldo De Nigris corriendo a toda velocidad. El balón bota en el centro del área, Figueroa no puede despejar, y aparece la pierna izquierda de 'miamor' para meter el 1-2.
Exploto de felicidad. Tenía que ser 'miamor'. Soy tan feliz. Pero regreso a la realidad, y me concentro en que faltan dos goles. "Si la remontada se da, será épica".
Es el minuto 68. El Vuce se da cuenta de que al equipo le falta un revulsivo, y con ese movimiento demuestra que no está pensando en otra cosa que no sea ganar el partido. Neri Cardozo en lugar de Darvin Chávez. O sea que ahora hasta los laterales van a ir al frente, y que el único contención es Zavala; uno nada más. Ahora sí, 4-3-3, siempre.
Otros 15 minutos de dominio Rayado, pero nada. Y siguen faltando dos goles. El equipo local llega una y otra vez al área rival pero no clarifica en la última zona. Finalmente hay un tiro de esquina. Chupete cobra a primer palo, el Chato la saca, el problema es que afuera del área santista no hay nadie para pescar el rebote, más que Neri, que no la piensa dos veces y choca el balón de parte interna, por debajo de todos, botando ligeramente, hasta incrustarse en la portería. El Tec se convierte en el único manicomio en el que justo ahorita quisiera estar internado.
A partir de aquí, se viene un vendaval albiazul. Estoy contentísimo. Sé que aún faltan alrededor de 10 minutos con todo y el agregado, pero La Raya está con todo al abordaje, sólo un milagro puede salvar al Santo. Pienso en mi pesadilla: "Es increíble que vayan a quedar 3-2". Es todo, soy un idiota que no pierde la esperanza, y en mi cabeza ya ni siquiera existe la posibilidad de perder. No sé perder. Voy a morirme de coraje si no logramos este título.
Tres minutos después del empate, La Raya recibe una falta en tres cuartos de cancha. Pienso en la jugada que originó el gol de Leo en el clásico pasado. Chupete al cobro. En el área ya lo esperan seis rematadores, entre ellos Aldo De Nigris. Estoy rezando porque aquí ya caiga el tercero. Suazo la manda justo al centro, 'miamor' salta superando a Figueroa, remata a contrapie de Oswaldo Sánchez, y gol.
Mi euforia es total. No puedo creer lo que estoy viendo. Grito como el loco que soy. Me quedo ronco. Me quito el jersey, que por supuesto trae el número '9' en la espalda y dice 'De Nigris'; lo beso. Antes mis vecinos no sabían que yo estoy enamorado de Aldo, ahora sí. Y lo confirman porque grito en repetidas ocasiones "te amo, Aldo".
Ondeo mi jersey como si estuviera en la gradería del Tec. "Le voy a dar hasta que se acabe, aunque se me canse el brazo". Y sigo echando aire con mi camiseta. Todavía estoy preocupado, porque Santos sólo necesita un gol para ser campeón, y ya una vez nos dejaron fuera con un empate. Le grito a mi televisión: "aguanten, cabrones". Y aguantan. El tiempo se empieza a diluir. Ya es la compensación. No parece que el Santo vaya a conseguir ese gol, porque además de los minutos en su contra, no son claros cuando tienen la pelota.
Entonces 'miamor', que ha sido un referente durante todo el torneo, y hoy ha dado muestra de por qué fue él quien se quedó con el gafete de capitán, recupera una pelota en medio campo; toca para Zavala, y éste la hace de extremo izquierdo, corriendo a toda velocidad por la banda. Estoy con el grito en la garganta; sólo estoy esperando que caiga el gol. Zavala entra al área, recibe el embate de Oswaldo, toca para el Chupete que siempre acompañó la jugada por el centro, y se perfila solo para cerrar la pinza. Suazo espera la bola, y define de derecha, razo, por el centro, gol.
Nunca brinco en casa cuando caen los goles, con este fue la excepción. Se acabó. Aunque falte un minuto y medio por jugarse, dos goles del Santo no van a caer, el golpe anímico ha sido una auténtica debacle. Ya estoy saltando cual hincha en la gradería del Tec, con el jersey en mi mano derecha, al aire, gritando que somos tricampeones, que nada puede hacerme más feliz en este momento.
El payaso, que estaba esperando el final del partido, es cargado por mí, y aventado a mil 849 kilómetros de mi casa, hasta el TSM.
6
Estoy llorando de felicidad. No puedo creerlo. Mi sueño no fue más que una pesadilla como preámbulo de algo épico, histórico, hermoso. 'Miamor' encabezó la remontada con dos golazos; eso es extra, es para llorar de más emoción. Quisiera que pudieran imaginar el nivel de felicidad que estoy experimentando en este momento.
Esto fue mejor que la final de ida contra Cruz Azul, sin embargo la imagen de esa misma final siempre estuvo presente en mi cabeza: una remontada que parecía imposible, pero sucedió. El partido era como para grabarlo, y archivarlo.
Espero que cuando sea un anciano, esta sea una de las cosas que no olvide. Porque no quiero olvidar lo de anoche, nunca.
'Miamor' recibe el Balón de Oro. Nunca estuve más enamorada y orgullosa de él. Lo amo. Por eso, cuando salga el jersey con siete estrellas en el escudo, el mío seguirá mostrando el '9' en la espalda, y seguirá diciendo 'De Nigris'.
7
A checar el 'face'. Es tan poco común que alguien fuera de Monterrey sea Rayado, que algunos de mis amigos hasta se toman la molestia de felicitarme.
Es tiempo de pagar mis deudas con el destino: a rasurarse la barba. Perdí el poco atractivo que tenía, y parezco de 16 años, pero qué importa si somos tricampeones.
Mañana voy a ir crudo a la oficina, porque no me voy a dormir hasta que se acabe la cerveza.
Dale, Tricampeón. Ahora vamos por la liga.