Es miércoles. Por alguna extraña razón el nervio y las ansias que debían invadirme, no están; sólo las ganas y la emoción. Decido comer más temprano, para salir a correr antes del partido. Llego a casa y veo la hora; entonces empiezan los nervios. Salgo a correr con toda la adrenalina. Ya quiero llegar.
Mientras corro sé que no voy a llegar a tiempo, que el juego ya tendrá algunos minutos transcurridos. Abro la puerta, prendo la televisión, y el partido no es transmitido. Prendo la computadora: 12 minutos de juego, La Raya gana 1-0. Qué belleza, soy feliz.
Me descuido unos minutos, y penal para los Diablos. 1-1. Y un poco después, gran jugada de Rodríguez y el Pájaro, para el 1-2. Me lleva el carajo. La felicidad se transforma en coraje instantáneamente. Suena el teléfono, no tengo ganas de hablar, me muestro cortante; ni sé qué estoy diciendo mientras respondo.
Medio tiempo. No estoy tranquilo. Incluso estoy más molesto. Inicia la segunda mitad. El teléfono suena otra vez, y ahora es mi mamá. Trato de no verme pesado:
–Qué onda, Ma.
–Qué onda, chamaco. Me dijiste que te hablara en la noche.
–Sí, ¿qué te dijeron de la tarjeta?
–Todavía no voy al banco.
–Ah, ok, cuando vayas me avisas.
–Sí. ¿Ya tienen agua?
–No– ya quiero colgar para no regarla.
–Híjole, y es que dijeron que a algunas zonas de la ciudad les iba a llegar el agua hasta mañana.
–Ya tenemos agua de reserva.
–¿Qué?
–Que ya tenemos agua de reserva
–¿Estás ocupado?
–Estoy viendo el juego de los Rayados.
–Luego te hablo, para que lo veas.
La Raya empieza a jugar un poco mejor. El ataque comete un error: pierde el balón, derivando en un contragolpe Choricero, que Basanta evita con la mano. Segunda tarjeta amarilla, y expulsión. Un payaso entra a mi cuarto y me carga. No sé qué hacer. Pienso en apagar la computadora, pero soy fiel a mi equipo, y un masoquista.
En un milagroso despliegue Rayado, el Chupete pesca un rebote en el área, y como el genio que es, observa la posibilidad de que le regalen un penal. Entonces, mueve el balón en dirección de recorte, pero su cuerpo no sigue la misma trayectoria, por el contrario, afloja la pierna izquierda y choca la pierna derecha con la misma parte del cuerpo del defensa rival, hasta enredarse y caer. Francisco Chacón silva, la farsa es todo un éxito. Por supuesto que no había penal en la jugada, pero a estas instancias del partido –y del torneo– mi moral futbolística no me acompaña.
Sólo puedo pensar en el famoso concepto de la 'justicia divina'. Imagino a mi ídolo andino volando el penal. Sonrío de nervios, me tapo lo ojos, me tomo de los cabellos. Suazo cobra de manera magistral, para conseguir su gol número cien con la camiseta que quiero que me entierren cuando muera. Grito como el loco en el que me transformo cada vez que juega La Raya.
Los diez hombres Rayados que quedan en el campo reciben una inyección de motivación, y juegan mejor que cuando eran once. Mi corazón late fuertemente. Finalmente el Vuce decide mandar al campo a Reyna. Me alegro. El equipo visitante recibe severos embates albiazules, pero sin recibir gol. El Vuce manda a Carreño a la cancha, y siento el nervio de que en un contraataque Escarlata se nos vaya el punto que nos mantiene con algo de esperanza.
Tiempo de compensación: tres minutos. La defensa del Toluca comete un error en la salida, y mi amor toma el balón: corre como un loco hacia la portería que defiende Talavera, aguanta jalones, estoy enamorado, en fracciones de segundo imagino mi éxtasis al ver entrar el gol que nos da medio boleto a la Liguilla. Mi corazón late más fuerte, estoy a punto de gritar, Aldo tira, y Talavera desvía a córner. Mi grito es una mezcla de groserías y lamentos.
Se acabó el partido. Las oportunidades de que La Raya avance a la fiesta grande son remotas, pero sigo esperanzado. Sólo estoy pensando en el sábado.
Dato curioso: Los torneos en los que he publicado posts con respecto a los resúmenes de cada jornada, La Raya se ha metido a la Liguilla. El año pasado, durante el Clausura '11, publiqué siete resúmenes: Rayados avanzó a la siguiente ronda de última hora, pero se despidió inmediatamente. En el Apertura '11 no publiqué ningún resumen y La Raya no avanzó. En esta primera edición de la Liga MX he publicado tres resúmenes, y mi equipo está al borde de la eliminación.
Estoy consciente de que ninguna de las dos cosas tiene relación directa con la otra.