29/11/12

Look around

For some of us, life is too fucking funny and so damn good, that complain or weep, would be stupid. And I'm not talking about the ticket, but what's behind the ticket. 


Someday soon, if you find me, want to grab a couple of beers, and hear a guy talking about soccer two hours, I'll tell you the story.

28/11/12

Resumen de medio tiempo

Que no cargues mi maleta (sólo pasó una vez). Deberías de ayudarme siempre.
Que no me trates bien.
Que no me abras la puerta del carro.
Eres un bipolar. Puedes ser bien lindo, y de repente haces comentarios muy pesados.
Eres muy conflictivo.
Eso de andarme mordiendo el brazo, no está bien.
Me caga que uses tus camisetas de los Rayaditos. La vez que nos vimos en el Centro, pensé: "ay, qué vergüenza que me vean con él así". Pero como ya habíamos quedado y andabas solo, pues me dio lástima dejarte.
Me re caga tu grupo. Está bien pinche cursi. Y luego la música, está bien lineal, le falta algo que la haga que truene. Ah, y el otro vocalista canta mucho mejor que tú, deberías darle chance de que cante más.
Odio que me digas 'morra'. Pareces 'cholo'.
La carrilla que me das enfrente de la gente: fatal
Las escenitas con tus amigos: peor.


"Ánimo muchachos, que todavía nos faltan 45 minutos, y ya vamos perdiendo".

27/11/12

Carta al Perro #7

Lo que hiciste el domingo fue excepcional, Perro. Nunca dudé que pudieras anotar esos dos goles tan ansiados, pero honestamente no pensé que pudieras mantener tu puerta en cero.

La tarde del domingo fue auténticamente una película. Venir de un marcador adverso de dos tantos, cerrar en casa, neutralizar a la mejor ofensiva del torneo, que nunca —salvo ese día, claro está— se fue de la cancha sin hacer al menos un gol; no recibir la marcación de un penal claro, y a pesar de eso, no conseguir el número necesario de goles para avanzar, sino uno más del número mágico.

Todos estallamos en júbilo. Victoria; sí, señor. Tijuana llega a su primer final, en apenas un año y medio de estancia en la Primera División del futbol mexicano. Imposible negar que todo el Estado cerró la noche de fiesta.

Todo fue perfecto. Fidel Martínez no había disputado un sólo minuto en la Liguilla, y ese domingo inició, consiguió el primer tanto de la noche, y se fue antes de finalizar el partido en un baño de aplausos. Duvier Riascos puso el segundo gol para conseguir el pase momentáneo. Y Richard Ruiz, que no anotaba desde el 26 de octubre de 2011, cerró la pinza con un 3-0 que terminó siendo definitivo.

Cirilo Saucedo volteó al cielo para dar gracias a quien sea le haya rezado allá arriba. Mohamed lloró en cuanto escuchó el silbatazo final, mientras era guiado hacia los vestidores por Gustavo Lema, quien no paraba de gritar "vamos, carajo", a la afición canina. 

Sólo faltó el reencuentro del galán de la película —que pudo haber sido David Beckham—, con la mujer que minutos antes había discutido porque él se la pasa pateando un balón. Lo que no le pasó a Kuno Becker ni en el cine, vaya.

No pude evitar pensar —fríamente— en cuán fácil te fue superar al equipo de León. Pero no dije "no, esto es legítimo", intentando engañarme. Y es que así pareció. Si bien los jugadores son buenos para simular faltas, sabemos que el llanto de alegría y algunos gestos de felicidad, son imposibles de fingir, de no ser por un actor profesional. 
Por supuesto no puedo comprobar que la Liguilla fue comprada, pero conforme pasan los días, esa idea se vuelve más convincente.

Dejemos de lado la Liga. Una vez dentro de las finales, tus dueños deciden hacerte grande de una vez por todas. Entonces compran a La Raya, y esperan al rival que viene para hacer la misma propuesta; así hasta la final. El Club Tijuana hace historia y se convierte en el primer equipo en conseguir un título a menos de dos años de haber ascendido. No suena ilógico, ¿verdad?

Ahora vamos a los hechos. En el partido de ida contra La Raya en el Tec, Mohamed te metió atrás, y de suerte conseguiste el gol del triunfo. Eso aunado a un mal rendimiento del equipo local. Pero en la vuelta, ni con sólo dos ausencias del cuadro titular pudieron superarte, a pesar de que jugaron mejor que tú los 90 minutos, y en tu casa.

En la ida contra León todo salió de acuerdo a la normalidad; pero qué tal en la vuelta. El albañil de mi casa lo resume mejor que yo: "¿Cómo va a ser posible que en un partido, los Xolos le metan tres goles al equipo que más anotó en el torneo, y a parte, el León no meta ni las manos?"

Lo siento, Perro, pero es inevitable dejar de lado las cuestiones políticas tomando en cuenta cuatro factores: el poder de convocatoria del futbol a nivel nacional; tus dueños son militantes del Partido Revolucionario Institucionalista (PRI); son aspirantes a las elecciones locales el año entrante; y son parte de la misma comuna que el presidente electo.

Para ponerle más sabor al caldo, ayer —durante el informe de gobierno de quien se rumora será su contrincante en la contienda interna del PRI, por la candidatura a gobernador del Estado— , uno de tus dueños declaró que tú eras priísta, y que por supuesto atraerías votos al partido. El tipo es un crack.

Además, como lo publicó un columnista de Milenio —y vaya que yo dudo de su credibilidad—, el equipo al que te enfrentas, es originario del Estado de México. Obviamente el partido definitivo se jugará en Toluca. Quiénes crees que se van a ver las caras el próximo domingo. ¿Me explico, Perro? Una auténtica fiesta tricolor.

Claro que todo esto podría ser una increíble coincidencia, y tus dueños están sabiendo aprovechar la fiebre Xoloitzcuintle. Digo, algo así como lo que pasó con El Tri en los Juegos Olímpicos; de pura suerte, pues.

20/11/12

Carta la Perro #6

Siempre hubo algo de agrado por verte jugar, por saber que andabas bien, y más que nada, porque al fin Baja California contaría con un equipo de futbol en Primera División. Las dimensiones que tu ascenso cobró fueron las esperadas. Desde que el Estado se enteró que habías clasificado a las rondas finales, en la temporada que se pelea por subir a la primera categoría, las redes sociales se llenaron de tus fotografías —qué guapo lucías, y luces, por cierto—.

Yo todavía estaba en Paraguay, y ni siquiera por Internet pude seguir tus partidos; todo era vía notas periodísticas. Para mi sorpresa, lograste lo que todos queríamos. Y ahora sí, los corazones de todo aficionado cachanilla al futbol, se partieron en dos, y se volvieron mitad caninos, y mitad cualquier equipo que te guste; sobre todo Chivas y Águilas. Ya sabes cómo funciona esto de los colores.

Curiosamente, al regresar a México, mi ciudad destino era Tijuana. Mis convicciones nunca estuvieron en duda: soy Rayado, pero estoy con el Perro; sin renunciar a mis colores. Admito que en algunos momentos estuve a punto de ser presa de la fiebre Xoloitzcuintle, pero además de que no quería caer, el destino me hizo entender de qué se trata esta parte tan fundamental en mi vida.

Busqué trabajar para tus dueños, y lo conseguí. Una vez dentro, entendí cómo funcionan las cosas a nivel directiva, y a fondo. Al principio todo iba bien, era muy feliz. Después de todo, había una posibilidad de que al finalizar la temporada, alargara mi estancia con tu equipo de trabajo. Al menos eso decía mi supervisor, con mucha seguridad.

A veces dudaba de mí mismo, era difícil no sentirse arraigado con los colores de un equipo del cual pensaba, respiraba, hablaba, y comía, diariamente. Pero tus dueños casi provocan que terminara odiándote. La hipocresía del director del área en la que yo laboraba, me hizo pensar en dejar la institución. Las señales ya eran muchas, pero todo se puso en perspectiva cuando La Raya visitó la frontera. Esa noche entendí que mi corazón es completamente albiazul, y que absolutamente nada va a cambiar eso.

Sin embargo fui educado. Esperé la semana que me quedaba de contrato, y entonces les di las gracias a tus dueños por haberme dejado colaborar para esta causa.

Trabajar para tu gente me hizo daño, Perro. Acabaron por romper el enamoramiento que tenía por ti, pero estuvo bien. Así tenía que ser.

A lo que voy con todo esto, es que una vez habiendo pasado por esa montaña rusa de emociones a tu lado, puedo decirte que estás donde te mereces. Y me caga aceptarlo, porque al final acabaste cobrándote la revancha que el futbol te dio, y quizá de una manera no tan merecida, pero en este deporte los merecimientos no sirven para nada. 

Ahora sí estoy contigo, pero no te confundas, que esto no es un 'peor es nada' o por conveniencia. Es porque siempre vas a estar ahí, pero detrás de La Raya, siempre detrás. Ojalá que seas campeón.

Nada más recuerda que cuando tu nivel futbolístico caiga nuevamente en los altibajos y la irregularidad —porque vas a caer, así es esto—, la mayoría de la gente que ahorita está haciendo filas eternas para comprar un boleto y verte el domingo en vivo, estará en su casa alentando desde lejos al equipo por el que alguna vez empezó a ver futbol.

17/11/12

Carta al Perro #5

Un día antes del partido, en Argentina, un perro invadió la cancha durante el encuentro entre Independiente y Belgrano; el momento fue un deleite. 
Esa misma noche, cuando salí a correr, pasó lo que nunca: un perro corrió primero tras de mí, y después a mi paso, durante unos minutos. 
Y justo a la hora de iniciar tu enfrentamiento ante La Raya, aquí mismo en Tijuana, se inauguró una exposición fotográfica que contiene una serie relativa a los perros callejeros de la ciudad.

Quizá esas también fueron señales, digo, ya sabes que yo sí creo en esas cosas.

La llave es tuya, Perro. Ahí está la puerta entreabierta para una posible entrada de tu rival en turno; pero si tú quieres la puedes cerrar, para nunca abrirla de nuevo. Algo así como lo que hiciste la noche del jueves en el Tec.

Para nada critico tu estrategia, todas son válidas. Unas son menos vistosas, pero al final son estrategias, y si algo he aprendido en esto del futbol, es que cada quien tiene la suya.

Cualquiera podría pensar que el Turco, antes de llegar a Tijuana, tomó un curso intensivo con César Millán para poder dirigirte, porque lo que ha hecho contigo, es un auténtico adiestramiento. Con Del Olmo eras un cachorro: alegre, acelerado, ingenuo, sólo querías jugar. Pero con Mohamed encontraste la madurez. Eres celoso, sobrio, desconfiado, seguro, y sobre todo, ordenado.

Cada momento que pienso en lo que va a suceder mañana, escucho las voces de los cronistas en los últimos minutos de juego –esos en los que pasan la repetición de los goles–, narrando una tarde épica del cuadro visitante. Ovacionando al Chupete por volver inspirado, y en general a La Raya por recuperar ese juego vistoso que han olvidado. Por supuesto que son las fantasías de un niño.

Sin embargo, hay una cosa que aún no logro descifrar: cómo te vas a parar mañana. Desde que llegaste al máximo circuito del futbol mexicano, en tu condición de local, nunca has tenido que sentarte a esperar los embates del rival. Siempre te has visto en la necesidad de jugar verticalmente. Por eso no te imagino cuidando durante 90 minutos, la ventaja de un sólo gol. No sé si sabes jugar así, no sé si vas a poder; es más ya ni siquiera sé qué es más conveniente: que ataques o que aguantes.

Por supuesto que voy a hacer lo mismo que el torneo pasado: me voy a ir a un bar para ver el partido, e incluso probablemente vaya a usar la misma ropa. La última vez que lo hice, perdiste. Aunque obviamente eso no significa absolutamente nada.

14/11/12

Carta al Perro #4

Pues, qué te digo, Perro. Aquí estamos otra vez. Por si las cosas no fueran graciosas, ni siquiera seis meses después de la eliminación pasada, como si el destino quisiera que tu afición acabe por odiar a La Raya. Si bien dicen que el futbol da revanchas, y sin duda esta es la tuya; con la herida aún sin cicatrizar. 

Ahora sí creo que puedes avanzar por encima del equipo de mis amores. Por lo visto en 17 fechas, eres mucho mejor que tu rival en turno. Aunque como bien sabemos, eso importa poco en las liguillas. Para muestra, lo que ocurrió exactamente la Liguilla pasada: tú no eras el favorito, jugaste mal en casa, pero en Monterrey estuviste a punto de vencer a los locales. Quizá los papeles se inviertan esta vez, tal y como sucedió con los lugares que tú y La Raya ocupan en la tabla de clasificación.

Pero independientemente de esto, esta vez te mereces avanzar. Ve lo que has hecho: tienes un año y meses en la primer categoría del futbol mexicano, y ya conseguiste dos liguillas en tres torneos; calificaste como sublíder, has sido líder del torneo, tu nivel nunca fue tan consistente, y lo más importante: ya estás en tu primera Copa Libertadores.

Es por eso que me pregunto: ¿cómo puedes seguir teniendo esta calidad de aficionados? Y vaya que esta conversación salió de la nada, Perro, sin afán de molestar. Te paso el fragmento textual, amigo.

—Así es, hasta cuando el Xolo sea campeón, ahí voy a hacer mi transición; por el momento, no.
—Pero tú eres Puma, ¿no? Mantén tus raíces.
—Tengo mi raíz a todo lo que da, pero como le dije a mi familia: "el día que yo voy a ser Xolo, es cuando ganen el futbol mexicano; mientras, soy Puma, les guste o no". Ya sabes que yo no soy de medios colores, o soy, o no soy.

Mira nada más la gente que te alienta, Perro. Es ahí cuando me doy cuenta que mereces una mejor afición, una educada, que sepa lo que dice sobre ti. No una bola de villamelones y 'barras' que sólo cantan para estar en el relajo y entrar gratis a tu casa. Ojalá que algún día tu afición entienda de qué se trata. Por lo pronto nos quedan el jueves y el domingo. 

De los boletos ni hablemos, que no pienso ir a ver a mis Rayados ni aunque me regalen el boleto. No pienses que los he abandonado, eso nunca; simplemente no quiero privarme de mentar madres a diestra y siniestra. No te deseo suerte, por que quien la necesita es La Raya. Nos vemos mañana.

10/11/12

Señales

Para matar la cruda, vamos a desayunar birria. No alcanzamos lugar en ninguna mesa que esté sola, entonces nos sentamos acompañando a una familia. Nadie de nosotros habla; no puedo evitar escuchar la conversación entre el padre y el hijo:

–No, a mí no me gusta el Toluca para que se lleve el campeonato.
–Pero traen buen técnico, el Ojitos. Es un buen equipo.
–No termina de convencerme. Ni el América.
–Esos de plano, no.
–A mí se me hace que si el Monterrey se mete a la Liguilla, se la viene llevando.

Fin. Sonrío como un niño con juguete nuevo, y ese vato ya me hizo el (medio)día.

9/11/12

Ándele

We're lying in bed:

–Oye, ¿y vamos a ver el partido?
–¿Cuál?– finjo demencia.
–Pues el de tus Rayaditos.

(¡Es en serio?)

¿Qué se supone que debes hacer en ese tipo de situaciones? Obviamente, esto es lo que me habría encantado que cualquiera de las chicas que he sido novio, me hubiera preguntado en su momento. Por supuesto, nunca sucedió. Pero además, nosotros tampoco somos novios. Ni siquiera sé qué somos.

¿Por qué quiere ver el partido conmigo? Ni siquiera le gusta el futbol, además –en base a la experiencia, claro está–, yo ya me volví re mamón para estas cosas. El último partido de La Raya que vi con alguien fue en la jornada 9, y porque era en casa de una tía. De ahí, los demás los he visto solo. Y con alguna novia, menos: 8 de julio de 2011.

Obviamente le super-saqué la vuelta a la pregunta y me fui al baño. Espero que no me vuelva a preguntar.

7/11/12

Somos La Raya este sábado

Es miércoles. Por alguna extraña razón el nervio y las ansias que debían invadirme, no están; sólo las ganas y la emoción. Decido comer más temprano, para salir a correr antes del partido. Llego a casa y veo la hora; entonces empiezan los nervios. Salgo a correr con toda la adrenalina. Ya quiero llegar.

Mientras corro sé que no voy a llegar a tiempo, que el juego ya tendrá algunos minutos transcurridos. Abro la puerta, prendo la televisión, y el partido no es transmitido. Prendo la computadora: 12 minutos de juego, La Raya gana 1-0. Qué belleza, soy feliz.

Me descuido unos minutos, y penal para los Diablos. 1-1. Y un poco después, gran jugada de Rodríguez y el Pájaro, para el 1-2. Me lleva el carajo. La felicidad se transforma en coraje instantáneamente. Suena el teléfono, no tengo ganas de hablar, me muestro cortante; ni sé qué estoy diciendo mientras respondo.

Medio tiempo. No estoy tranquilo. Incluso estoy más molesto. Inicia la segunda mitad. El teléfono suena otra vez, y ahora es mi mamá. Trato de no verme pesado:

–Qué onda, Ma.
–Qué onda, chamaco. Me dijiste que te hablara en la noche.
–Sí, ¿qué te dijeron de la tarjeta?
–Todavía no voy al banco.
–Ah, ok, cuando vayas me avisas.
–Sí. ¿Ya tienen agua?
–No– ya quiero colgar para no regarla.
–Híjole, y es que dijeron que a algunas zonas de la ciudad les iba a llegar el agua hasta mañana.
–Ya tenemos agua de reserva.
–¿Qué?
–Que ya tenemos agua de reserva
–¿Estás ocupado?
–Estoy viendo el juego de los Rayados.
–Luego te hablo, para que lo veas.

La Raya empieza a jugar un poco mejor. El ataque comete un error: pierde el balón, derivando en un contragolpe Choricero, que Basanta evita con la mano. Segunda tarjeta amarilla, y expulsión. Un payaso entra a mi cuarto y me carga. No sé qué hacer. Pienso en apagar la computadora, pero soy fiel a mi equipo, y un masoquista.

En un milagroso despliegue Rayado, el Chupete pesca un rebote en el área, y como el genio que es, observa la posibilidad de que le regalen un penal. Entonces, mueve el balón en dirección de recorte, pero su cuerpo no sigue la misma trayectoria, por el contrario, afloja la pierna izquierda y choca la pierna derecha con la misma parte del cuerpo del defensa rival, hasta enredarse y caer. Francisco Chacón silva, la farsa es todo un éxito. Por supuesto que no había penal en la jugada, pero a estas instancias del partido –y del torneo– mi moral futbolística no me acompaña.

Sólo puedo pensar en el famoso concepto de la 'justicia divina'. Imagino a mi ídolo andino volando el penal. Sonrío de nervios, me tapo lo ojos, me tomo de los cabellos. Suazo cobra de manera magistral, para conseguir su gol número cien con la camiseta que quiero que me entierren cuando muera. Grito como el loco en el que me transformo cada vez que juega La Raya.

Los diez hombres Rayados que quedan en el campo reciben una inyección de motivación, y juegan mejor que cuando eran once. Mi corazón late fuertemente. Finalmente el Vuce decide mandar al campo a Reyna. Me alegro. El equipo visitante recibe severos embates albiazules, pero sin recibir gol. El Vuce manda a Carreño a la cancha, y siento el nervio de que en un contraataque Escarlata se nos vaya el punto que nos mantiene con algo de esperanza. 

Tiempo de compensación: tres minutos. La defensa del Toluca comete un error en la salida, y mi amor toma el balón: corre como un loco hacia la portería que defiende Talavera, aguanta jalones, estoy enamorado, en fracciones de segundo imagino mi éxtasis al ver entrar el gol que nos da medio boleto a la Liguilla. Mi corazón late más fuerte, estoy a punto de gritar, Aldo tira, y Talavera desvía a córner. Mi grito es una mezcla de groserías y lamentos.

Se acabó el partido. Las oportunidades de que La Raya avance a la fiesta grande son remotas, pero sigo esperanzado. Sólo estoy pensando en el sábado.


Dato curioso: Los torneos en los que he publicado posts con respecto a los resúmenes de cada jornada, La Raya se ha metido a la Liguilla. El año pasado, durante el Clausura '11, publiqué siete resúmenes: Rayados avanzó a la siguiente ronda de última hora, pero se despidió inmediatamente. En el Apertura '11 no publiqué ningún resumen y La Raya no avanzó. En esta primera edición de la Liga MX he publicado tres resúmenes, y mi equipo está al borde de la eliminación. 
Estoy consciente de que ninguna de las dos cosas tiene relación directa con la otra.