4/8/13

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Conocí a una morra ayer. Regularmente no escribo de estas cosas, pero también regularmente no conozco morras así. Es portero –no es que sea transexual, sino que así se escribe el puesto; es como cuando un hombre es defensa, no le ponemos 'defenso', anyway– de la Selección Mexicana Femenil Sub 20. Sí, ahí está el problema.

Fue mundialista el año pasado. Trae el '21' en la espalda (híjole). Yo le pregunté (ni modo que no). Coincidimos en que el mejor jersey de los porteros –hombre o mujer– del Tri en cualquiera de sus categorías, es el amarillo. Hablamos de todos los uniformes. Imaginen mi éxtasis: a cualquier otra morra hablar de algo tan estúpido como el uniforme de un futbolista le parecería lo más aburrido e irrelevante para conversar. A ella no.

Me gusta. Le gusto. Ninguno de los dos sabía que el otro estaría en la convocatoria, pero teníamos la idea de que igual y nos tocaba jugar juntos. Primero fue como un interescuadras en espacios reducidos, cada quien por su lado. Después nos dieron descanso, para posteriormente iniciar el encuentro. En esta ocasión me tocó ser titular. Las cosas ya iban bien pero aún así, el profe sintió que al cuadro le faltaba un revulsivo, entonces entró ella. Fue un click inmediato. Fue como cuando el Cabrito y Sinha jugaron por primera vez juntos en la Selección de La Volpe: se entendieron a la perfección desde el primer minuto. Sus toques eran naturales, sin preguntar. Bailaron a quien quisieron por aquella banda derecha. Nosotros también bailamos.

Es como hacer trampa. A penas con alguien menor que yo, es que consigo la atención de una mujer. O sea que soy como un perdedor, o como el clásico gandalla que siempre le tira la onda a las morras más chicas, para que aumente su probabilidad de éxito. La diferencia es que yo no le tiro la onda a ese tipo de morras, lo de anoche fue circunstancial, y no es que me justifique (o a lo mejor sí), simplemente no estaba enterado de tal situación.

Lo demás es lo de menos. Quizá no la vuelva a ver. Pero fue otro feeling, uno que hasta ahora no se compara con nada. Me gustó hasta su nombre. Si fuera más pendejo (imagínate), de seguro ya estaría enamorado.

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