9/5/12

Gracias

Independientemente de lo que pase esta semana, yo ya tengo una historia para contarle a mis nietos, si es que tengo la suerte de ser abuelo. La única historia que recordaré y la cual me escucharán contar una y otra, y otra vez, cuando, tristemente pierda el único don con el que nací: la memoria.

Repetiré cuántas veces mi cerebro lo decida, que cuando yo era joven, el equipo del que he sido seguidor desde que tenía 11 años, fue un equipo de época. Diré orgullosamente que mi equipo ganó cuatro títulos en cuatro años al hilo, y los describiré: "En el 2009 le ganaron al Cruz Azul, a unas semanas de la muerte del Tano, la ida fue un juegazo, y Aldo fue el mejor en esa liguilla. En el 2010 le ganaron a Santos, al que traía Romano, cuando los Rayados usaban mi uniforme favorito de visitantes. En el 2011 ganaron su primer Concachampions, al Real Salt Lake, gracias al Chupete. Y en el 2012 le ganaron a Santos, otra vez con un juegazo del Chupete en la ida, porque se perdió el juego en Torreón".

Probablemente haga pausas que parecerán interminables entre una frase y otra, y seguramente olvidaré los autores de algunos goles —ahorita puedo nombrarlos a todos, desde cuartos de final hasta la final—, o por qué el Chupete no jugó la final en Torreón. Pero nunca olvidaré lo que este equipo, mi equipo, me hizo sentir mientras fui joven.

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